Invasión

Ayer  el centro de Madrid sufrió una invasión de visitantes.

La semana anterior, la de navidad, llamaba la atención la ausencia de gente por las calles.

No había un solo guiri.

Los restaurantes y bares parecían haber sufrido una epidemia, no voy a decir que los camareros se les podía ver leyendo libros para entretenerse.

Pero casi.

Bueno… vale, el Marca.

Yo que intentaba subir la media cultural del gremio hostelero, y no hay forma.

No digo yo que no haya camareros que no lean a Reverte, o a la Navarro,

Pero yo no los conozco, lo cierto es que observando, el porcentaje de lectores que se pueden ver por las calles, o mejor dicho en los medios de transportes públicos, es mayoritariamente femenina.

No digo que no haya varones, (cursi me estoy volviendo XD) que lean, pero deben ser mas tímidos porque se ven menos.

O el Marca y el As son incompatibles con  García Márquez o Ken Follet que también

puede ser.

O la cultura cae en el lado femenino de forma aplastante.

También es cierto que en un bolso de ellas, cabe de todo y el portar libros tiene menos merito.

¿Como voy a llevar yo un libro  de 500 paginas en la mochila con la cámara?

Los he llevado lo reconozco hasta dos al mismo tiempo y mi amiga la cámara.

Pero tengo que buscar un pretexto para la compra del último capricho… el e-book

Pero vamos a dejarnos de caprichos, cultura y pesos

Y pasemos de nuevo a la invasión de guiris.

Esta vez son la gran mayoría producto nacional

¿Que como lo se?

Fácil no hace falta oírlos hablar, van a acompañados de locos bajitos que chillan desaforadamente para que sus progenitores les sigan comprando cosas

No basta con las pelucas horribles de colores más horribles todavía.

Algunos hasta han conseguido que su progenitor, se ponga una de esas pelucas con lo que el panorama es desalentador.

Algunos consiguen en mi rostro lágrimas como puños, de aguantarme las ganas de decirles.

¿Como no va a estar este país en crisis, si los ciudadanos se ponen esas cosas en la cabeza?

Eso cuando no van en grupo de dos o más familias, entonces la cosa se agrava, padres por un lado, madres por otro, y los niños por todos lados pegando gritos.

Subiéndose a los cierres de las tiendas, cuando no a las motos aparcadas.

Vengo de comer, y siguen las hordas de enanos sueltas por las calles.

Si el capitán ala triste levantara la cabeza de seguro que pediría un reenganche a Flandes.

Una cosa es beberse una jarra de vino con Quevedo y otra vérselas con un friki enano que pide video juegos.

En la misma plaza de puerta cerrada, me encontré con un grupo de funcionarias de mediana edad.

Con botas de los piratas del Caribe, y pantalones ajustados.

Tocadas con unas orejitas del tipo play boy que válgame Dios.

Tengo que reconocer, que no a todas la sentaba igual (Lastima de espejos) ni los pantalones, ni las botas.

Para echar a correr hasta la Puerta Toledo.

Comidas de empresa, y visitantes, toda una fauna digna de verse.

Eso si… lejos, no sea que llegue el enano, te pise o algo peor, explote el globito delante de tus narices, justo con la taza del café en la boca.

Mientras me tomaba café parapetado detrás de la cristalera de una cafería, al verlos pasar.

Pensaba… y estos van a ser quienes paguen mi jubilación.

Solo de pensarlo un escalofrió ha recorrido mi espalda, dejándome preocupado para el resto de la tarde.

Como habrá sido el impacto que echaba yo de menos, a los grupos de japoneses todos tan calladito casi en fila de a un, las cámaras  haciendo fotos hasta los bordillos. Y todos juntos siguiendo al guía como si fuera el perro del abuelito de Heidi.

Ahora de camino para casa, con la digestión a medias, ver a esas mamas que se compraron esas diademas con los cuernos de los renos.

No se darán cuenta que podría ser una premonición.

Lo de los renos eh… no penséis mal, que estoy siendo bueno.