viernes, diciembre 24, 2010

Recuerdos de Navidad


Hace mil años ya… a mí me lo parece
En una vieja cocina de un barrio hoy famoso de Madrid, dos niños pequeños (unos mocosos) y dos adultos
Una vieja loba con el cuerpo destrozado por el trabajo sin descanso, y un viejo republicano que un día perdió su identidad y sus ganas de vivir
Celebraban una de estas fiestas… creo que era Noche vieja.
Pero mi memoria no da para más…
Una casa antigua de techos enormes y de paredes viejas y desconchadas, esperaban cenar Celebrar una despedida de año o una Noche Buena.
No importa, mis recuerdos se confunden,
Veo delante de mí una cocina negra de carbón enorme… a su derecha, una gran pila sin agua caliente, gris con patas de hierro.
Una mesa blanca o lo fue en sus buenos días con dos cajones para los cubiertos y las servilletas. Y un hule a cuadros, con más años que los elefantes de Aníbal Barca.
Todos estos recuerdos han ido apareciendo de forma recurrente año tras año en mi cabeza
Mis padres no estaban, habían salido de cena con unos amigos supongo.
El caso es que esa noche había una sopa, según mi abuela de pescado y carne guisada.
Todo un acontecimiento entonces para mí.
No voy hacer la comparación fácil con mi actualidad.
También recuerdo que esa tarde… habíamos estado en la Plaza Mayor.
Año tras año mis abuelos maternos nos llevaban allí, creo que por eso mi fijación por ese lugar.
No para comprar figuritas de nacimiento.
Hace años que en mi casa no se ponen esas cosas.
Ni para comprar una triste pandereta, no, era ver las casetas abigarradas de figuras de nacimiento.
Romanos, castillos de Herodes, ríos de papel de plata, nada que ver con los modernos que llevan agua y motores.
Era la ilusión del que no tiene, pero le ilusiona lo que pueden tener otros.
Recuerdo que todos llegamos helados a casa de mi abuela… y rápidamente el viejo republicano se puso a trajinar en la vieja cocina… ella sola caldeaba toda la casa.
Esa sensación de frio en la cara, y los labios casi morados de mi abuela tiritando.
Pasado un rato, fuimos entrando en calor.
En la cocina había dos bazares para platos y vasos, y en un rincón un pequeño belén.
(Un rojo con un Belén en su casa, republicano y con varias sentencias de muerte en sus espaldas y con el nacimiento en su cocina) El pesebre y poco mas una estrella tan rota que daba ganas de llorar al verla.
Curiosos son los recuerdos estos detalles están frescos en mi cabeza como si acabaran de ocurrir.
Veo a mi abuela era una mujer pequeña siempre llevaba un moño que cuando peinaba siempre me sorprendía la largura de su pelo
Tenía un pelo negro como el azabache, las canas aparecieron de pronto en sus últimos años de vida.
Ojos pequeños con carácter, era fuerte la vieja loba, mucho y la vida la jodio bien jodida.
Pero jamás la oí una queja.
Protestaba si, pero asumía quien era y lo que la toco vivir
Mi abuelo, como una raíz seca por el sol y la falta de agua, con manos como si fueran talladas.
Sus ojos no los recuerdo, o lo que recuerdo es una mirada oscura sin luz.
Contare un secreto… que nadie sabe.
 De el  llevo siempre algo conmigo, mi abuelo trabajaba en lo que se podía en aquella época y tenia herramientas de la época.
Tenía una caja pequeña de madera donde tenía brocas muy finas y pequeñas de apenas tres centímetros de largo.
Bueno la tapa de esa caja… la llevo conmigo, en mi llavero.
Ya era vieja entonces… y ahora lo es aun mas, pero a veces me encuentro con las llaves en la mano y pasando las yemas de mis dedos notando la madera.
Y eso suyo, no es un reloj, ni una cadena, es una triste tapa de una caja de herramientas oxidadas.
El día que murió decidí llevar siempre conmigo algo suyo.
Era el homenaje a alguien que murió y vivió muerto muchos años.
Es uno de los pocos recuerdos que tengo de él, más o menos humano, como celebrando con su familia algo que había recuperado por arte de magia.
Duro lo que duraron  esos momentos de la cena, jamás le volví a ver así.
Creo que soy el único que le recuerda de manera recurrente, creo que las injusticias alguien debe reparase aunque sea dedicando parte de la memoria a todos aquellos seres que se equivocaron naciendo en épocas equivocadas.
Es eso o mi manía de llevar la contraria al resto de la humanidad… pero en este caso no me importa especialmente.
Lo hago porque creo que tengo una deuda con él.
Tengo pocas cosas de mi padre pero nunca tuve la necesidad de llevarlas conmigo como con mi abuelo.
La cena transcurrió y la recuerdo y cuando lo hago es como un bálsamo en mi pecho.
Algo dulce…
Que también me recuerda, la cantidad de cosas que no dije o hice con ellos.
Pero ese recuerdo es lo más parecido para mí… a una fiesta de Navidad.




No sé si en este blog hace años, escribí sobre esto mismo, quizás si.
Surgen estos recuerdos en noches como estas y de estas vivo yo muchas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

ese mismo sabor has dejado en mi, lobo. buenas noches

Aleatoria dijo...

Gracias.