sábado, noviembre 27, 2010

El Barranco de la Hoz... un viaje que es una promesa II.



Amanece y entre las contra-ventanas de madera de la habitación, entran los primeros rayos de luz.
No he dormido mucho, eso no es noticia en el lobo, pero hoy tengo motivos más que importantes para mí.
No voy hablar mucho de ese café rápido y de nuestra impaciencia.
De esa ducha, toda una aventura en un baño frio algo inhóspito, nada que ver con el de la cueva o los hoteles a los que viaja el lobo y conoces tu.
Besos y la intimidad deseada, hasta la incomodidad de la posada era un aliado esta noche.
Te acerca más a mí, el resto no va a ser escrito. Solo diré que el cansancio nos invadió y nos hizo quedarnos dormidos.
Pero como lobo acostumbrado a la noche y a la vigilia, ese sueño con los ojos cerrados solo duro una hora o poco más.
Y me proporciono otro de mis mayores deseos… Verte dormir, proteger y cuidar tu sueño.
Nadie sabe, ni tú misma las veces que he soñado con un momento así, verte relajada poder mirarte sin ponerte nerviosa y disfrutar de ello.
Pero eso también puede que sea algo demasiado personal para explicarlo aquí y ahora.
El caso es que se hacía de día, y había muchas cosas que hacer por delante.
Lentamente mis dedos dibujaron en tu espalda, y en tus labios aun más suavemente, poco a poco te vi abrir los ojos, robándote la primera sonrisa de la mañana.
Una ducha rápida la mía mientras te desperezas y das vuelta en la cama.
Cuando vas camino de la ducha, cojo tu mano y te pego a mi pecho, mi afición a robarte besos va en aumento cada día.
Con gran esfuerzo te dejo ir, y abro las ventanas para dejar entrar todo el aire que me había robado tu último beso.
Mientras te oigo moverte en el baño me asomo a la ventana fumando y tengo delante mía, un río y un montón de arboles que acompañan su cauce.
Detrás… las rocas de formas casi imposibles configuran el barranco.
Te siento llegar por mi espalda y abrazarte a mí… mientras susurras algo a mi oído.
Algo esperado toda mi vida, sentirlo y notarlo.
Dándome la vuelta cogiéndote de tu cintura te acerco despacio, no digo nada, no hace falta, el beso surge sin remedio y con todas las ansias guardadas tantos años.
Solo la llegada de coches delante de la Posada, me hace recobrar en parte la cordura que no quiero ni quise nunca.
Vamos a desayunar, que tenemos un camino por delante, logro decir cuando mis deseos son quedarme a ti pegado.
¿Qué hacemos dejamos la posada o volvemos a echarnos la siesta?
Sonrió guiñándote un ojo.
Joio lobo, volvemos luego y sales por la puerta algo te dice que un minuto más y nuestros planes los cambiamos.
Desayuno… café en vena y un bollo recién hecho… y antes de ponernos en marcha un segundo café.
¿Qué quieres? Para ser medio humano tengo que tomarme dos cafés por lo menos.
Hablo con el dueño de la Posada y le digo que después de comer regresaremos y nos quedamos una noche más.
Salimos a la calle y nos recibe una bocanada de aire frio que llena nuestros pulmones y nos despierta por completo.
Las cámaras en la mochila, y camino del coche cambias de dirección y te acercas al rio, yo me quedo mirando como caminas.
¿Cómo explicar lo que pasa por mi cabeza en esos momentos?
Mira lobo… has descubierto, al darte la vuelta lo profundo e impactante que es el barranco.
Justo encima de la Posada una pared de roca inmensa, si te fijas bien, se puede comprobar que hay una subida en la propia roca en forma de escalones que sube al mirador.
Pero… mi rodilla no está por la labor, además hay más cosas que ver al otro lado del Pueblo.
Tomate el tiempo que quieras, te quedan muchas cosas que ver aun.
Dejo las cámaras en el coche mientras tú sigues mirando a tu alrededor, disfrutando de lo que ves.
Al cabo del rato te acercas sonriendo, y como me conoces dices… la música la pongo yo, nada de Heavy, este sitio no está hecho para Metallica ni los AC-DC.
Que te lo crees tú, yo hice la prueba más de una vez poniéndolos y subiendo todo el volumen y el resultado es la hostia digo yo intentando convencerte.
No, de la música me encargo yo, tu conduces…
Vale que remedio… en marcha pues.
Regresamos por la carretera que usamos anoche, pero esta vez sí paramos en el pueblo, hay mil historias mías vividas entre esas casas antiguas de piedra.
La plaza del pueblo ha cambiado algo, el viejo árbol, que daba sombra en las horas de la siesta en pleno verano ha desaparecido.
La fuente, continúa, era el punto obligado de todos los vecinos cuando regresaban de trabajar en sus campos para dar de beber a las caballerías y mientras estas bebían, ellos entablar con otros vecinos cualquier conversación.
La pared del frontón sigue con las mismas viejas grietas que cubren de lado a lado la pared.
A su izquierda, la subida a la vieja iglesia, destacando su puerta más vieja aun.
Siempre pensé… que eso si era un milagro, mantenerse en pie sin caerse a plomo.
Y en los bajos del ayuntamiento el bar del casino como todo pueblo que presuma de serlo.
Sorprendido me doy cuenta, que hice un viaje a mis recuerdos y durante unos segundos me transporte en el tiempo, y veo que mientras yo viajaba tu me miras sonriendo.
Te oigo decir, todas esas historias Lobo, quiero que me las cuentes, una por una.
A sus órdenes doña… será un placer.
Riendo volvemos a ponernos en marcha y abandonamos el pueblo dirigiéndonos al mirador donde se domina el barranco.
Espero que el camino no esté en malas condiciones, no deja de ser un camino forestal y el coche que llevamos no es un todo terreno.
Es un cuarto de hora de subida por un pinar, con curvas y algún tramo algo complicado.
Pero llegamos sin problemas… una vez parado el coche al borde del barranco bajas del coche, queriendo mirarlo todo y sorprendida a la vez por el tamaño del barranco visto desde esas alturas.
Saliste tan deprisa del coche que te dejaste las cámaras y dándote la tuya, te digo a trabajar, quiero ver esta tarde tus fotos, ver como lo ves con tus propios ojos.
Tenemos suerte aun habiendo nubes el sol predomina en sus dominios y desde esa altura, el bosque de arboles que bordea el rio, nos ofrece toda la gama de colores del otoño.
Cuando estoy allí, siempre me ocurre lo mismo, me siento muy, muy pequeño ante la naturaleza que se muestra ante mis ojos
Nunca olvidare un día de tormenta eléctrica en ese barranco, jamás vi nada que se le pueda parecer.
Pero eso es otra historia…

Dada la hora que es, y el día que lleva el lobo, dejare el resto de la historia para otro momento.
Siempre y cuando le interese a alguien que la continúe.
Mañana más y mejor…


2 comentarios:

;p dijo...

genial!!!
yo ya espero esa tercera parte...:))
besitos lobo.

Lu dijo...

a mi me esta encantando la verdad y también espero más y más. estoy contenta de poderte leerte todos los días.
Besitos Lobo Bonito.