viernes, septiembre 17, 2010

Manolo "El Rubio"

Otro fantasma del pasado que se borra por arte de magia.
¿Cuantos van ya?
Desaparecen personas y con ellos pequeñas o grandes historias, dependiendo para quien.
Aparte del golpe que significa, que alguien desaparezca, la sorpresa, y la impotencia.
La noticia trae consigo el revivir cosas olvidadas del disco duro de la memoria.
Este en particular, apareció como otros muchos bruscamente en la vida del Lobo.
Según cualquiera de los humanos correctos y sesudos, cumplidores con las normas y leyes sociales.
Tendría como definición: Mala compañía
Curiosamente estos personajes de tal calaña en mi vida aportaron más que otros políticamente correctos
Dieron sin pedir, sin preguntar y sin condiciones.
Me enseñaron la ley de la calle, donde uno solo tiene sus manos y la palabra dada.
Y pobre de ti si la palabra dada no tiene cumplimiento.
Eso hoy al recordar me hace comprender que moldeo mi personalidad.
Mi carácter y mi instinto…
Por encima contare como lo conocí, no creo que interese mucho al lector pero se lo debo.
Manolo, o el rubio era un callejero nato, con pelo largo rubio y una cara marcada por  la violencia, nariz rota y alguna que otra cicatriz
En la época que le conocí, tengo que reconocer que yo tenía tendencias parecidas a las suyas.
No había pelea que yo rechazara, había que marcar territorio y una pretendida hombría que hoy produce sonrojo solo pensarlo.
El caso es  que en una discoteca de esas que abundaban por los barrios del extra-radio de Madrid.
Barrios obreros entonces, donde todo el mundo se conocía, donde la vida de los otros la conocía cualquier vecino que se preciara de serlo.
En esa discoteca comenzaban mis viernes, y el de la mayoría de mis amigos.
Era el lugar de encuentro, para a lo largo de la noche continuar nuestro andar nocturno.
Cada barrio tenía su discoteca poco recomendable, y yo iba a ellas.
Alguna vez se producían visitas de elementos, de otros barrios buscando explicaciones o revancha a cualquier incidente de la semana anterior.
Y ese viernes se junto una visita de un grupo buscando explicaciones, como tonto, no eran, llegaron a una hora temprana, sabiendo que aun no había llegado la mayoría de la gente.
Se peleaba para ganar, no éramos suicidas.
El caso es que el lobo ese  día si llego pronto y con la suerte negra, alguno del otro grupo me conocía de otras parecidas circunstancias.
Y claro… para que buscar más, era el indicado para arreglar cuentas, el porqué no soy capaz de recordarlo.
Lo que sí recuerdo es que en ese preciso momento era el único candidato a recibir el mensaje.
En estos casos no vale decir… lo siento volver mañana que hoy no tengo el día, o me duele la cabeza.
Solo quedaba dar un paso al frente, y procurar dejar algún recado en el cuerpo de los visitantes y que el tuyo no quedara demasiado mal parado.
A punto de empezar a recibir golpes por todos lados, apareció el rubio y sin mediar palabra se puso a mi lado, y solo dijo: dos dan más que uno.
Ese mundo es curioso, la gente que piensa tener toda la ventaja, en el momento que les cambian aunque sea poco la situación.
Dan siempre un paso atrás, es como si perdieran la ventaja por más que su número sea 5 veces más.
Y ese es la única posibilidad que nos quedaba.
El caso es que gracias a el, la paliza fue menor, existió vaya si existió pero menor que haberla recibido yo solo.
Llego más gente y lo de siempre los invasores, tontos no son, saben que tienen poco tiempo.
No sea que se queden rodeados por gente del barrio donde hacen la incursión.
No sé si aquella llamemos pelea, (mutación a  saco delos golpes diría yo) duraría más de 5 o 10 minutos.
Pero dentro de lo malo, no había sido lo peor.
Así empezó mi relación con el rubio,  y durante tres o cuatro años, fue diaria.
Luego las cosas nos fueron alejando, a mi las peleas me aburrían, aparte de estar cansado de recibirlas.
El continúo por ese barrio y con las mismas diversiones.
No se puede decir, que tuviera mucha suerte en la vida, pero creo que si tuvo elección de cambiar algunas cosas.
Todos, al menos una o dos veces, tenemos esa opción.
Aprendí de él, no voy a decir que todo fue bueno, pero aprendí.
El código de la calle quedo grabado en mí, gracias  a personajes como el rubio.
A vivir deprisa, sin dudar sin tiempo a pensar
Eso que hoy pensamos mucho de… ¿y si me equivoco?
Con ellos esa duda no existía, se hacía y se asumía que venía después.
De él y algún otro aprendí que había cosas que mejor era alejarse de ellas
En eso era yo el extraño para ellos, no consumía drogas muchos de ellos se quedaron en el camino por su consumo o por otras cosas relacionadas con ella.
Bebía lo que dicen en los perfiles de los chat cuando dice: bebo socialmente.
Y ellos bebían como si la vida les fuera en ello.
Lo dicho, hoy me entere que la vida pasa factura.
Y el pago anoche de madrugada.
Jajajaja
Perdón… acabo de recordar que quizás a la misma hora, el lobo estaba debajo de la tormenta buscando adrenalina.
No deja de ser curiosa esta puta vida
Un personaje que durante un tiempo ni largo ni corto tuvo que ver con el lobo.
Se fue mientras yo dejaba caer la lluvia por mi cara
Solo espero una cosa… que el espacio entre nacer y morir fuera lo suficientemente rico para él. No dejara como resultado… una frase que escuche una vez y se me quedo grabada.
¡¡Joder cuantas cosas me faltaron por hacer y no viviré, ni sentiré jamás!!
Espero que lo lograras Rubio.

2 comentarios:

María dijo...

Sí, la vida siempre nos pasa factura a todos. Hagamos lo que hagamos todo tiene un precio. Nadie es inmune a eso.

Anónimo dijo...

Desgraciadamente no nos damos cuenta cuando somos jovenes, pero no se mira para atras ni para coger impulso. Lo pasado pasado está... Tal vez en la proxima vida...
Lo bueno es saber rectificar a tiempo, y otros no tienen la misma suerte, es lo que nos toca por circunstancias de la vida, otros habran vivido cosas peores... ¿consuelo de tontos?... no lo sé, pero saquemos lo bueno de lo que nos quedo para ser mejores personas y lo que nos queda... saber disfrutar de cada minuto.
Siento lo de tu amigo. Un beso.