Sueños son

Descubrir que soñar es el escape a la realidad que te aprisiona
No es algo que no se sepa, ni una sorpresa para nadie.
Todos tenemos nuestros propios sueños, más intensos cuando los problemas son mayores.
Los míos… mis problemas.
Deben ser de esos, porque sueño y sueño intensamente.
Crea en mi, necesidad... Cierto y hay que pagar también por eso.
Nada es gratis, nada…
No creo que nadie haya tenido la santa paciencia de recorrerse el camino del lobo desde su creación.
Si hubiera alguien le recomendaría una visita por vía de urgencia a un psicólogo amigo, y digo amigo por que otro directamente lo ingresaría en un hospital de esos que socialmente se llaman de Salud (salud mental, no deja de ser subjetivo el nombre)
A lo que iba, durante estos años el umbral, ha pasado todos los cruces de caminos posibleS.
Incluyendo desfiladeros y cortados algunos como pocos peligrosos.
Hay protagonistas que solo ellos y los más viejos visitantes podrían reconocer...
Y si alguno lee lo que estoy diciendo seguramente una sonrisa algo sarcástica puede aparecer en sus labios.
Cierto que en momentos determinados el viejo lobo (cada día lo es mas) no se ha caracterizado por elegir bien compañeros de viajes.
Por más cortos que estos fueran, otros viajes y compañeros fueron infinitamente mejores
Y solo el lobo se encargo de estropearlos.
Hasta mi futuro en mi playa, me encargue de estropearlo
Como si estuviera maldito, el lobo no sabe compartir, eso se deduce también leyendo entre líneas el jodido umbral.
Pero regreso a los sueños, es lo mío.
Hay una constante en todos ellos, la orilla del mar, manda narices un Lobo surfero.
Pero ciertamente la cercanía del Mar, me concede la calma que me es negada en otros ambientes.
Pero la playa sin sueños tampoco es suficiente.
Debo reconocer que los sueños hoy, me mantienen de pie, cuando desde lo más oscuro del lobo, surge la idea de dejar de luchar, de apartarse de todo y dejar que otros se salgan con la suya.
Un sueño viene a empujarle a no dejar que sean otros quienes decidan por el.
En los últimos amaneceres (ya no son tan pocos) uno centra toda su atención, cada bocanada de aire que entra en sus pulmones, lleva en si parte de ese sueño.
Unos dedos nerviosos aparecen una vez tras otra, detrás de cada esquina, de cada reunión complicada, de los lugares mas difíciles.
Allí están llamando diciendo ven.
Hoy los sueño, jugando con la arena, dejandola resbalar entre ellos y con la mirada de su dueña perdida en el horizonte de un mar en calma
Condenado a vivir solo de sueños, y a que una mañana los dedos se disipen en el fondo de la sombra cualquier mañana al despertar.